¿Es posible cambiar? ¿Cuándo y cómo cambiar? ¿Qué cambiar? ¿Quiénes deben cambiar? ¿Cuánto cambiar? ¿Para qué cambiar?
Hay quienes nos quejamos del dólar bajo o alto, el vecino que habla mucho o el que es indiferente, las condiciones climáticas:“¡Qué frío!, ¡Qué calor!”, la suegra, el tráfico, el café está tibio o muy caliente, tengo mucho trabajo, tengo poco trabajo… la lista de quejas puede continuar indefinidamente.
Nos lamentamos que nada o todo cambia alrededor. Pensamos que el mundo está equivocado mientras vivimos desdichados culpando las circunstancias. De este modo dudosamente lleguemos a reconocer que tal vez seamos nosotros los que deberíamos cambiar. “¿Pero por qué nosotros?” Nos quejamos aludiendo que ya hemos intentado TODO. Y es muy posible que hayamos intentado MUCHO pero siempre desde los conceptos de vida, prejuicios, limitaciones y miedos que poseemos desde toda la vida. ¿Probamos de cambiar nosotros primero y luego observar al mundo? En el proceso de la verdadera transformación el único que cuenta es uno. El cambio es individual y sucede en nuestro interior. Cuanto más larga es la lista, mayor es nuestra insatisfacción. Cambiar es posible.
¿Cómo reconozco que soy yo quien debe cambiar y por qué? Basta examinar nuestros sentimientos, nuestras emociones. La necesidad de cambio puede surgir tanto desde una pobreza extrema, la más grande de las riquezas o cualquier lugar intermedio. La pregunta que tenemos que hacernos es como nos sentimos. ¿Cómo me siento? Feliz. Entonces no hay nada que cambiar. La felicidad no se compra ni se hereda. La felicidad la cultiva cada individuo.
¿Cómo nos sentimos? ¿Realizados? ¿Acompañados? ¿Comprendidos? Pues si esas son las posibles respuestas, hay que reformular la pregunta hasta saber a ciencia cierta que afirmativamente somos seres FELICES independientemente de las condiciones ajenas a nosotros. Por ejemplo: sentirnos realizados pero tristes, acompañados pero angustiados, o comprendidos pero estresados nos está indicando la necesidad de cambio.
¡Rompamos los moldes que nos mantienen estancados en “más de lo mismo” que no nos sirve y probemos cambiar!
NO OFRECER RESISTENCIA. La resistencia al cambio se nos presenta camuflada de felicidad efímera, conformismo, ignorancia, testarudez, etc. Queremos sentirnos bien pero hacerlo desde quienes somos hoy no será muy promisorio ya que quienes somos hoy nos trajo hasta donde nos encontramos en este momento y por alguna razón no nos sentimos felices. No importa ya el motivo. Cuanto más pensamos en la causa más de lo mismo creamos y eso es justamente lo que queremos evitar. Pongamos nuestra atención en las ganas de cambiar, en intentar crear la vida que deseamos desde otro lugar que hoy no reconocemos ya que aun no lo hemos habitado. Cambiar es posible.
Cambiar no significa cambiar la casa, el auto, el esposo, las amistades o el trabajo. El cambio es interno y sucede dentro nuestro. Quizás es hora de empezar a apreciar más lo que tenemos, o sonreír más a menudo. Algunas personas tendrán que pedir perdón, aceptar errores, aprender a escuchar o a recibir. Cuando uno desea provocar un cambio sincero en la vida, la vida misma nos indica el camino que debemos recorrer. Solo tenemos que estar atentos.
Descubre un espacio donde el lenguaje no sean las palabras. Enfrentarnos a esa idea es muy bueno: es encontrar armonía interior y esa gran conexión con uno mismo que determina genuinamente que podamos sentirnos enteros y no fraccionados en este mundo. La meta es ser feliz. Somos seres espirituales habitando un cuerpo. Los sentidos llevan nuestra atención al cuerpo y el espíritu queda olvidado en un mundo regido por conceptos materiales que enfatizan el sentimiento de necesidad constantemente. “Necesito esto y también aquello.” “Siento que me falta algo. Cuando lo consiga me sentiré feliz.” Por algunos minutos, días u horas quizás estemos contentos hasta nuevamente experimentar: “la falta”. La sensación de “FALTA” es ese agujero interior donde no importa con que lo llenemos: comida, regalos, reconocimiento, pareja, fama, dinero….todo lo que allí intentemos guardar caerá en un pozo sin fondo perpetuando más infelicidad e insatisfacción.
Ese agujero interior se habita desde el silencio, es la desconexión del mundo físico que nos rodea y la conexión con uno. Habitarlo es descubrir un espacio donde el lenguaje no son las palabras. La forma de entrar es la quietud. Es simple y sin embargo cuesta tanto detenernos en el tiempo físico y simplemente estar. Poner la atención en nuestra respiración es el primer paso para romper con la inercia de lo externo. No necesitamos un lugar exclusivo ni condiciones especiales solo la voluntad de querer cambiar y re encontrarnos con esa energía espiritual de la que estamos hechos y que forma, en definitiva, quienes somos más allá del cuerpo físico que, a pesar de ser maravilloso, no es más que una pequeña parte de nosotros.
¿Cuál es la función de cambiar? Justamente no perpetuar ese sentimiento de insatisfacción constante que nos impide ser felices trascendiendo el mundo material.
Querer ser felices desde quienes somos hoy es solo continuar repitiéndonos en los viejos hábitos que nos mantienen en un pasado que no existe o en la ilusión de un mañana mejor evitando que pongamos la atención en el presente, justamente el único punto de cambio posible. Perderle el miedo al cambio y atrevernos a pensar que tal vez todo sería mejor si realizamos ese cambio que tanto pedimos en los otros es la mejor oportunidad que nos podemos dar.
¿Cómo empezar? Pues si es posible en este momento, simplemente quedándonos en silencio y dejando que los pensamientos vayan y vengan. No agregarles más vida. No resistirlos, justamente debilitarlos no dándole importancia. Quedémonos relajados unos minutos. También como Eckhart Tolle recomienda en su libro “La Nueva Tierra,” podemos observar una flor y perdernos en la inmovilidad aparente de la misma. Otro ejercicio que ayuda a aquietar la mente es prestarle atención a una parte de nuestro cuerpo, tanto con los ojos cerrados o abiertos. Empecemos por una mano. Tratemos de sentir su presencia, su cosquilleo, su temperatura, su peso. Luego pasamos al brazo, la otra mano y vamos recorriendo nuestro cuerpo en reposo permitiéndonos relajarnos y entrar a nuestro mundo interior. Repitamos este ejercicio cuantas veces podamos. Cuando caminamos usemos esos momentos como una oportunidad para aquietar la mente. No es fácil al principio pero poco a poco y con constancia nos iremos sintiendo más cómodos en ese silencio interior. Cambiar es posible.
Silvia Patrono
Muchas gracias a ti por visitar nuestro espacio.
Muy claro ..maravilloso articulo
Muchisimas gracias
Hola Kuki….me alegra que hayas encontrado este articulo util. Silvia Patrono.
Gracias y excelente!! Estoy en ese proceso de buscar ser feliz y cambios, pero las resistencia me hacen caer.
Hola Mayra…las resistencias nos muestran mucho sobre lo que tenemos que trabajar….son reveladoras y es importantisimo conocerlas para poder trabajar sobre ellas y avanzar.:) Silvia Patrono
Creando Tu Vida
Gracias, Excelentiximo articulo. ????