Yo pasé esta primera etapa como “observadora con impulsos obsesivos” tales como lavarme las manos cada vez que tocaba al perro. Afortunadamente, al igual que Sabrina, mi transición también fue rápida y pronto Mamá bañaba, alimentaba y jugaba con Stitchie (se pronuncia: stichi), como cariñosamente lo llamamos. ¡Ya no salía corriendo a higienizarme las manos! Mi lista de condiciones había dejado de tener valor alguno.
Llegaron las vacaciones cuatro meses después de Stitchie en casa y lo dejamos en el balcón donde él acostumbraba estar hasta que lo viniesen a buscar para cuidarlo por una semana. Mientras esperábamos nuestro vuelo a Cancún recibimos un llamado al aeropuerto. La expresión de Jorge en el teléfono inmediatamente reveló que algo no estaba bien. Y así fue. Stitchie no se encontraba en el balcón cuando lo fueron a buscar, ni en ningún rincón de la casa… tampoco en la vereda cuando, con gran dolor en el corazón, mi cuñado se asomó a mirar. ¿Dónde estaba Stitch?
Tres días pasaron…y yo desde un lugar paradisíaco sólo pensaba en nuestro perrito queriendo volver corriendo a buscarlo. ¿Cómo les explicaríamos a nuestros hijos la tragedia y el misterio de Stitch que ocultábamos en ese momento? Recuerdo haberle dicho a mi marido tratando de buscar alguna solución, ”Que tal si compramos uno igual ….” La respuesta de Jorge hizo añicos mi plan. “Se verá igual, pero vendrá con su personalidad…, no se reemplazan tan fácilmente. Stitch es Stitch.” Llanto desconsolado. El mío.
La buena noticia llegó tres días más tarde. Stitchie efectivamente había saltado al vacío (tres pisos) y casi moribundo fue encontrado por una vecina que no conocíamos y que en su juventud había trabajado rescatando animales! Los ángeles están por todas partes y trabajan las veinticuatro horas. El ángel que recogió a Stitchino (como también lo llamamos), puso un dedo dentro de su boca y sintió su aliento tibio. ¡Estaba inconsciente pero vivo! Le dio respiración boca a boca armando un canal con su mano, lo tapó con una frazada, sacó a los apurones a otro vecino del baño y llevó a nuestro Stitch de urgencia a una veterinaria ¡Aleluya por los carteles que Pablo y Vanesa pusieron en el barrio con la foto de Stitch junto al mensaje desesperado de querer encontrar a la mascota de Sebastián y Sabrina! ¡Aleluya por la generosidad del ángel rescatador y el otro, y el otro… y cada ángel que se acercó y aportó amor para que hoy Stitchie siga formando parte de la familia!
Stitch fue operado y cuidado con muchísimo amor. Mi cuñado, responsable del exitoso rescate junto a su novia, nos contó más tarde que cuando fue a visitarlo a la veterinaria, apenas Stitch lo vio, a pesar del dolor, miedo, confusión y con sus piernitas traseras quebradas colgando, le movió la cola “en agradecimiento y regocijo”. “Me reconoció, y en ese estado aún seguía desparramando amor,” recordaba Pablo emocionado. Stitch sabía que lo habíamos encontrado.
Deja una respuesta